Cómo educar a tus hijos sin castigos ni gritos

 

Muchas personas se prometieron en su interior no cometer con sus hijos  los errores que sus padres con ellos durante el proceso de crianza. Sin embargo, la tendencia natural es a repetir los mismos patrones.

Las situaciones estresantes a las que los individuos suelen enfrentarse día tras día, en la actualidad, merman de forma considerable la capacidad para responder de forma adecuada ante las demandas y malos comportamientos exhibidos por nuestros hijos. Estos últimos, en repetidas ocasiones terminan por lidiar con las frustraciones de sus padres.

Educa sin castigar ni gritar

Una excelente noticia es que sí es posible educar a nuestros hijos sin gritos ni castigos pero requiere un compromiso personal, trabajo y una continua reinvención.

Para lograr ésta meta, es necesario que tomes en cuenta los siguientes factores:

Cultiva el diálogo y la comunicación asertiva

Si les gritas cada vez que te sientas enojado por alguna de sus acciones, estarás empleando violencia psicológica y lo que obtendrás es que desarrolle un sentimiento de miedo hacia ti pero eso a largo plazo no modificará su conducta.

Es importante que tomes en consideración que los niños adquieren hábitos de su hogar que repetirán en el presente y los trasladarán hasta su edad adulta. Por ende, si cada vez que le corrigen lo hacen en forma de gritos, el tomará este comportamiento como el normal que se debe asumir ante cualquier situación de conflicto.

Aprenderá que el maltrato psicológico está asociado con el amor porque así lo experimentó en su hogar. Cabe la posibilidad de que este niño en medio de tantos gritos e insultos que recibió no logre desarrollar un sentimiento de auto-valoración y amor hacia sí mismo, debido a que lo único que escuchó en repetidas ocasiones era como hacía todo mal.

Se debe prestar especial atención al hecho de que la psique del niño está en plena formación y que en esas primeras etapas el amor y la confianza hacia los padres es incondicional. Es por ello que si continuamente se les insulta y descalifica, se les acusa de no servir para nada o de hacer todo mal el asumirá esto como una certeza.

A largo plazo las consecuencias pueden  resultar bastante negativas para el adulto que se desarrolla en medio de éstas dinámicas familiares.

Un niño en parte es similar a un lienzo en blanco y en gran medida los padres son responsables de los éxitos así como de los fracasos de este ser. Si deseamos educar nuestros hijos en un ambiente exento de castigos y gritos, en el que reine el amor y la comprensión, debemos iniciar por nosotros mismos.

Si las tareas del día te imposibilitan, en determinado momento, compartir tiempo de calidad, se debe buscar al menos la calma en el interior para abordar el problema en el momento que se presente para responder de la forma más objetiva y constructiva posible. Lo ideal es dialogar sobre los asuntos a solucionar y hacerle entender al infante aquello que estuvo equivocado en su actuación, es recomendable que él mismo llegue a la conclusión de que su conducta no fue la más apropiada y que la debe modificar.

Ésta es una medida que persigue como fin último una solución duradera que es imposible de obtener por medio de los gritos o los castigos. Los insultos y las malas palabras desgastan tanto a los padres como a los hijos y deterioran el vínculo.

Enseña a tu pequeño a comunicarse de manera asertiva por medio de tu ejemplo para que él aprenda que lo mejor es negociar a ganar la batalla. Que puede pedir o negarse empleando un tono respetuoso hacia los demás. Él se sentirá respetado, valorado y amado, lo cual se traducirá en paz para tu hogar.

Concederle un espacio para que pueda expresar sus ideas de forma abierta, en el que sea escuchado y sus opiniones sean valoradas, fortalecerá su autoestima y la seguridad en sí mismo.

Edúcale a través del ejemplo

Una de las maneras más efectivas para orientar a tus hijos es mediante el ejemplo. Los padres son un punto de referencia y un patrón a seguir. Los niños adquieren hábitos y copian patrones de conducta desde la infancia de parte de sus padres y los repiten en la edad adulta.

Constituye una pérdida de tiempo querer enseñarle a un niño que agredir a sus compañeros de manera física o psicológica está mal si a diario es lo que ve en su casa o expresarle que mentir es malo si de forma abierta observa como engañas a otras personas y llegas incluso a hacerle partícipe de éstas situaciones.

Las realidades que queremos ocultar a nuestros hijos de nosotros mismos ellos igual las notan y las tomarán como lo correcto. De tu hijo obtendrás aquello que el reciba si lo respetas el aprenderá a respetarte a ti y a sus semejantes.

Edúcale para el cumplimiento de las normas

Diseña normas o reglas de juego que deban ser respetadas para la sana convivencia en tu hogar y dáselas a conocer. Es sano que los niños se rijan por pautas que deban cumplir, así como hábitos, esto les concederá estructura y les preparará para vivir en sociedad.

Ponte en sus zapatos:

Al momento en el que se presente un conflicto y merezca ser reprendido por su mal comportamiento, inicia por analizar la situación desde la perspectiva del niño que cometió la falta y no desde la tuya. No realices conjeturas, pregúntale a él y escucha su versión.

Elogia a tu hijo:

Muchos padres cometen el error de señalar a sus hijos de forma continua y recordar o reprocharles todo aquello que hacen mal pero en cuanto actúan de buena manera, se olvidan de elogiarlos.

Este suele ser un error en el que se incurre con frecuencia y por este medio lo que se logra es reforzar el mal comportamiento porque el niño aprende que sólo de ésta manera será tomado en cuenta. Si deseas causar el efecto contrario elogia a tu hijo y haz gran hincapié en la celebración de sus logros.

 

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