Muchos niños aman el baño desde que son unos bebés, el agua tibia los relaja y los lleva a los brazos de morfeo.
Pero hay niños que por el contrario detestan el momento del baño.
Para que el baño sea realmente un momento de aventuras y relax, María Parra (@mamaversatil) experta en crianza explica que existen estrategias que pueden cambiar la situación y hacer que el tiempo de baño vuelva a ser divertido.
Muchos niños se asustan cuando el agua entra en los ojitos. Prueba invitarlo a usar viseras divertidas o lentes de baño coloridos y así puedes darle un giro a este miedo al baño.
Deja que te bañe
Deja que tu pequeño te ayude lavando tu cabello o tus pies durante el baño.
Empieza por la zona más “difícil”
Empezar por esta parte hace que ya superemos ese momento de forma rápida y pasemos a la diversión. Por ejemplo si no le gusta lavarse el pelo, le dices lo importante que es, si es niña puedes decirle que las princesas lavan su cabello, y así luego nos disponemos a jugar un rato en el agua.
Haz que la hora del baño sea divertida
Si quieres que a tu hijo le guste la hora del baño, hay una forma bastante fácil de hacerlo realidad: ¡Hazlo divertido! Hay dos estrategias rápidas y fáciles para esto.
Agrega color al baño, puedes hacerlo con colorante de comida.
Juguetes de baño: Hay una tonelada de excelentes juguetes para el baño.
Permítele tener algo de control
Déjalo tener el mayor control posible sin obstaculizar el proceso de limpieza.
Déjalo decidir sobre la temperatura perfecta del agua. Permite que elijan el color para el agua. Déjalo armar sus juguetes. Enséñale a tender su toalla.
Esto puede hacer que el baño sea largo, tedioso… al principio. ¡Pero valdrá la pena al final!
Omitir el cabello
El proceso de lograr que tu hijo ame el baño puede ser largo y difícil. No sucederá de la noche a la mañana y probablemente habrá muchas lágrimas. Así que tómense su tiempo y deja que ocasionalmente se salte el lavado del cabello.
Esto no será posible todo el tiempo. Y definitivamente es más fácil para los niños que para las niñas.
Fuente: Nueva Mujer
