El sol deja una piel dorada, mejora el ánimo y nos colma de vitamina D, pero para disfrutarlo conviene respetar algunas reglas.
En la playa o la montaña, la terraza de un café o una cancha de deporte e incluso con cielo nublado, los efectos de los rayos ultravioletas son los mismos puesto que son invisibles los UV no dan sensación de calor. Pero son los que queman la piel.
¿Cómo protegerse de ellos?
- Evitar exponerse entre el mediodía y las 4 de la tarde, cuando los rayos son más intensos.
-Aplicarse con frecuencia crema solar, sobre todo después de haber transpirado, nadado o de haberse secado.
-Protegerse con un sombrero, lentes de sol, ropa ligera pero con buena cobertura.
- No exponer nunca a un niño directamente al sol; vestirlo con una camiseta, gafas con protección lateral y un sombrero amplio.
A mediano o largo plazo, el sol tiene consecuencias nocivas, sobre todo en la piel: envejecimiento prematuro, cáncer, fotosensibilidad y en los ojos: cataratas, desprendimiento de retina, hasta la ceguera.
Contrario a lo que se cree, el bronceado apenas protege la piel de los efectos dañinos del sol.
Y en cuanto al bronceado artificial, es superficial y no protege en absoluto.
