Trujillo tenía una enfermedad que es frecuente en animales; era autoritario hasta con sus médicos

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El dictador Rafael Leonidas Trijillo tenia una enfermedad que es muy frecuente en animales, y era autoritario hasta con los médicos que lo atendían a él y a su familia.

Los datos están contenido en un artículo de Lily Luciano, publicado el 29 de mayo de 2011 en el periódico Hoy, y que a propósito de cumplirse el martes 31 de este mes un año más de su ajusticiamiento lo reproducimos de manera íntegra:

 29 mayo, 2011
Por: Lily Luciano

Con Rafael Leónidas  Trujillo, enfermo o saludable, se caía en desgracia y se pasaba del primer círculo al olvido con gran facilidad.

Los médicos que le prestaban servicios a él y a su familia, pese a su condición de facultativos, no escaparon a esa realidad.

Debido a su afición a los caballos y  vacas, a finales de mayo de 1940 Trujillo desarrolló, en la nuca,  el bacilo del ántrax, una bacteria que se encuentra frecuentemente en animales.

El  doctor Francisco Benzo, cirujano que había estudiado en Francia, reconocido galeno dominicano que en ese momento  ocupaba la secretaría  de Salud Pública, era su médico personal.

Cuando  vio lo que tenía Trujillo dijo que no hay nada que hacer y que ya Â?olía a cadáverÂ?…

La desgracia de Benzo.  Ante la negativa de Benzo a intervenir a Trujillo, los familiares se decidieron a buscar  al doctor Darío Contreras, médico también capacitado en Francia,  quien laboraba como cirujano del hospital San Rafael y quien  en 1935  había caído en desgracia con Trujillo por  negarse  a firmar el manifiesto que pedía cambiarle el nombre a Santo Domingo por el de Ciudad Trujillo.

El doctor Contreras fue mandado a buscar con un capitán del Ejército que le dijo Â?acompáñeme de inmediato a la capitalÂ?, sin darle más detalles. Era domingo y Darío Contreras estaba en la gallera  disfrutando de las peleas de gallos que tanto le gustaban.

Fue al llegar al hospital militar Doctor Marión cuando se enteró de  quién era su paciente: en actitud amenazante los hermanos de Trujillo, Petán y Negro, le dijeron ¿Usted sabe, doctor, lo que pasaría si el paciente muere? Sin inmutarse, y pasando por alto el tono  con que se dirigían a él, Contreras respondió: Â?Sí, que a los tres días jiedeÂ?, reseña la Enciclopedia Virtual Dominicana  en la Biografía del doctor Darío Contreras.

Este cirujano le practicó una incisión en cruz sobre la pústula extirpándole de  raíz aquella infección.

La entrada al reino.  En julio de  1940, Benzo fue destituido de la Secretaría de Salud Pública, y en agosto fue encerrado en la Fortaleza Ozama, acusado de haber cometido graves irregularidades durante su gestión.

En cambio,  Contreras  fue tratado con mucha deferencia y respeto por Trujillo. En 1942 fue designado Secretario de Estado de Salud Pública,  también fue  senador;  ocupó un cargo diplomático en Washington y en 1959 Trujillo bautizó con su nombre:  Hospital Docente Universitario Doctor Darío Contreras, al hospital   traumatológico ubicado en la Zona Oriental que se inauguró en 1960.

Sus problemas de próstata. Hay versiones de que Trujillo padeció cáncer  prostático, pero  nunca se ha confirmado, sin embargo se sabe que  el Â?JefeÂ?,  sí padeció problemas en este órgano.

Según relata Euclides Gutiérrez Félix en su libro Â?Monarca sin coronaÂ?, esto provocó  que en el verano de 1956 Trujillo lograra que se trasladara a Santo Domingo el doctor Antonio Puigvet,  uno de los  urólogos más eminentes de España, quien dirigía el Servicio de Urología del Hospital San  Pablo, de Barcelona.

Para esta misión fue enviado un emisario especial de Trujillo, un  prominente urólogo dominicano, el doctor y coronel del Ejército  Abel González, quien se convirtió en la sombra del doctor Puigvet, acompañándole tanto en consultas como en las salas de operaciones.

En su obra  Â?Puigvet, Antonio… y otras másÂ? el médico español relata:  Â?He de confesar que aquella relación que tan bruscamente había comenzado terminó muy bienÂ?.

Puigvet sigue narrando:  Â?El día antes de regresar al país, Abel fue a despedirse, acompañado del cónsul dominicano en España, y es  cuando me comentó que era urólogo dominicano del Hospital Militar Marión en Ciudad Trujillo y que tenía un paciente de sesenta y tantos años que requería una extirpación de la próstata; quería saber mi parecerÂ?.

En ese momento el galeno español le razonó al respecto y le redactó  una dieta para el paciente.

Dos semanas más tarde, Puigvet fue invitado a dictar ciertas conferencias, bien  remuneradas, en la Universidad de Santo Domingo. Al llegar al país fue recibido por Abel González vestido de militar y fue cuando se enteró de que el misterioso paciente de González era el Generalísimo Trujillo. El médico español empezó a comprenderlo todo…

El mismo día de su llegada, Puigvet conoció a Trujillo, a quien definió como Â?inteligente y muy activo para ser un sexagenarioÂ?.

Pocos días después, opera al dictador  y a raíz de esto nace entre ellos lo que el galeno español calificó como  Â?una amistad respetuosa, aunque molestaÂ?, puesto que el Â?Benefactor de la PatriaÂ?  quería que se quedara en el país para montar un hospital especializado en   urología.

La propuesta  fue avalada por dos millones de dólares para construir el centro, un salario de 70 mil dólares anuales, una vivienda para él y su familia, así como la posibilidad de mantenerse viajando a su trabajo en Barcelona.

Puigvet  ni ningún historiador  explica en que paró esta oferta.

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