La siesta perfecta existe y dura 40 minutos: Google, Nike y la NASA incorporaron a su jornada laboral

Pocos placeres se comparan con el dormir una siesta y si encima la ciencia dice que llevarla a cabo es bueno para nuestra salud física y mental, ¿qué más podemos pedir?

Durante muchos años tuvo mala fama pero, luego de muchas investigaciones, se comprobó que dormir la siesta ayuda a reducir el riesgo cardíaco, disminuir la presión arterial, favorece el aprendizaje abstracto, aumenta nuestra capacidad de resolver problemas, mejora nuestro ánimo y nuestro humor, entre otros beneficios.

Grandes personajes de la historia dormían la siesta, como por ejemplo Albert Einstein, quien sostenía que dormirla era recomendable para refrescar la mente y ser más creativo.

Salvador Dalí se iba a la cama con las llaves en la mano y un cuenco de metal debajo para que cuando entrara en el sueño profundo, su mano se abriera, cayeran las llaves sobre el cuenco y lo despertara y así se aseguraba de dormir solo lo necesario para reponer energías. Este método se sigue implementando hoy día.

Empresas como Google o Nike y la NASA incorporaron la siesta a su jornada laboral, a la que denominan "power nap", o siesta reparadora.

El motivo no es solo por los beneficios que trae aparejada para el que la lleva a cabo, sino también porque está comprobado que el realizarla aumenta la productividad de sus empleados.

En las grandes ciudades y aeropuertos del mundo se han abierto los llamados "siestarios". Estos son unos ambientes diseñados especialmente para el descanso, el relax y la recuperación de energía al que una persona puede recurrir para dormir una siesta.

Algunos incluyen cinco minutos de masajes en la cabeza, cuello y hombros, el uso de aromaterapia, la ambientación del espacio según el Feng Shui y hasta cuentan con un coach para que asesore a los clientes en lo relacionado a ejercicios de relajación y visualización para poder conciliar el sueño.

Ahora bien, un tema de debate eterno durante muchos años fue el determinar cuánto tiempo debería durar una siesta perfecta. Algunos científicos hablaban de 90 minutos o más y otros de tan solo 20. Hoy en día, el consenso general nos recomienda dormir una siesta de no más de 40 minutos y, para que sea realmente eficaz y reparadora, debe cumplir con determinadas características:

Debe ser corta, es decir, no debería durar más de 40 minutos. No tenemos que dormir hasta que nos despertemos solos, sino que es necesario utilizar alarmas para evitar dormir en exceso, lo cual puede traer como consecuencia que nos cueste dormir a la noche.

No utilizarla para compensar lo que no dormimos de noche. El objetivo de la siesta no es recuperar el tiempo perdido de sueño, sino darnos la energía y vitalidad que necesitamos para continuar con nuestro día. Recordemos que el sueño no es acumulable, lo que no dormí ayer no lo puedo recuperar hoy.

El ambiente debe estar poco iluminado, lo más parecido posible al que tenemos durante la noche. Si no podemos controlar el ingreso de luz, una opción es utilizar un antifaz y hasta anteojos de sol si es necesario.

Mientras más silencioso esté el ambiente, mejor vamos a descansar. Podemos optar por utilizar tapones para el oído, escuchar música relajante en volumen bajo a través de auriculares o encender el ventilador o el aire acondicionado para "tapar" los ruidos externos.

Dormirla en la cama sería lo más recomendado. Esto hará que nos durmamos más rápido no solo porque el ambiente es el ideal y nos incita a dormir, sino porque el estar acostados nos permite estar en una posición más cómoda y relajada.

Utilizar ropa cómoda. Si estamos en nuestra casa una buena idea sería el usar pijama, camisón o nuestra "ropa de dormir". Si estamos en otro ambiente, tratemos de desajustar nuestra ropa (aflojar el cinturón, la corbata, los botones) y sacarnos los zapatos. Si pudiésemos poner los pies en alto, mejor;

No dormirla a cualquier hora para evitar que altere nuestro sueño nocturno. Lo ideal es llevarla a cabo entre las 14 y las 18 horas. Si la realizamos más tarde no vamos a poder conciliar el sueño a nuestro horario habitual y solo conseguiremos alterar nuestro ritmo circadiano y nuestra calidad de vida;

Fuente: derf 

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